Ultrabook

Todos nos permiten trabajar en movilidad y llevarlos a cualquier parte, pero no ofrecen las mismas posibilidades ni ventajas. Presentamos las peculiaridades de cada plataforma móvil.

Diferencias en el ámbito del hardware

Diferencia 1. Procesador

La microarquitectura de procesadores utilizada en los Ultrabooks/portátiles respecto a los tablets es, probablemente, una de las diferencias más importantes entre los segmentos.

Es cierto que ya se han anunciado algunos tablets con CPUs de Intel capaces de manejar Windows 8, aunque los verdaderos tablets, aquellos ligeros, accesibles y con sistemas operativos adaptados, cuentan con CPUs específicas.

Esta clase de micros están generalmente fabricados utilizando arquitectura de ARM, que licencia sus diseños a diferentes compañías para que los fabriquen u optimicen (incluso a la propia Apple).

Internamente, aunque muchas de las CPUs de las tabletas ya cuentan con dos e incluso cuatro núcleos, su nivel de prestaciones, caché interna e incluso consumo o disipación de calor no tienen nada que ver con los de los procesadores que integran los Ultrabooks.

Los Core i3/i5/i7 son más grandes, mucho más potentes y, por supuesto, requieren más energía y disipan mayor cantidad de calor.

El resultado es que una tableta nos permite manejar con soltura sistemas operativos y aplicaciones adaptadas especialmente a la plataforma, mientras que un Ultrabook es capaz de ejecutar sin problemas sistemas operativos y aplicaciones típicas de un ordenador de sobremesa.

En el caso de los equipos portátiles, la diferencia es algo más sutil, pues los procesadores son muy parecidos a los implementados por los Ultrabook, aunque en este caso suele tratarse de CPUs móviles pero estándar (no de bajo consumo), que ofrecen un mayor índice de rendimiento, incluso a pesar de necesitar algo más de energía para funcionar.

Por ello, en líneas generales son capaces de ejecutar tareas más complejas o exigentes que un Ultrabook o simplemente disfrutar de un sistema operativo y aplicaciones comunes que se mueven con con mayor fluidez.

Diferencia 2. Motor gráfico

Como en el caso anterior, el motor gráfico de un tablet ofrece un menor rendimiento gráfico y aceleración 3D que un Ultrabook o portátil, incluso teniendo en cuenta que el de muchos de estos últimos suele estar integrado en el propio procesador de Intel.

Aun así, empresas como NVIDIA ya cuentan con CPUs específicas para tabletas con un motor gráfico integrado desarrollado por ellas. Gracias a esto, tienen la posibilidad de ejecutar juegos de elevada calidad gráfica que rivalizan con los de cualquier videoconsola portátil. Eso sí, serían incapaces de ejecutar muchas de las aplicaciones o interfaces de un PC convencional.

Ahora bien, si nos fijamos en los portátiles frente a los Utrabooks, la gran diferencia reside en que muchos portátiles, sobre todo aquellos que buscan ofrecer el máximo rendimiento, cuentan con motores dedicados que en muchos casos no tienen mucho que envidiar a las máquinas de sobremesa.

En consecuencia, si buscamos ejecutar juegos exigentes con el apartado gráfico, o aplicaciones donde es preciso un elevado rendimiento gráfico, ciertos modelos de portátil son la única alternativa.

Diferencia 3. Almacenamiento

Este es quizá el ámbito en el que Ultrabooks y tabletas tienen más cosas en común. Salvo los Ultrabooks con discos mecánicos o híbridos, buena parte de los nuevos modelos están llegando al mercado con discos SSD, esto es, almacenamiento flash muy similar en concepto al que utiliza cualquier tablet. Las diferencias las tenemos en la capacidad y, sobre todo, en rendimiento.

Así, los discos duros SSD de un Ultrabook generalmente cuentan con una cantida de entre 128 y 512 Gbytes de capacidad, y ofrecen un rendimiento de primer nivel.

Las tabletas, en cambio, poseen entre 8 y 64 Gbytes de capacidad y su rendimiento es mucho menor, en gran parte debido a que sus sistemas operativos y pequeñas CPUs no necesitan mucho más.

Un tercer caso serían los portátiles, donde los discos SSD solo están llegando de manera residual, sobre todo por su elevado precio por gigabyte comparado con las unidades mecánicas. Por ello, en portátiles solemos encontrar discos tradicionales, con capacidades que pueden alcanzar fácilmente 1 Tbyte, aunque sea más habitual ver modelos con 500 o 640 Gbytes.

Lo malo: el menor rendimiento de estos dispositivos, unido a su mayor consumo energético y baja resistencia a golpes o caídas.

Diferencia 4. Pantalla

Cada producto es un concepto diferente y busca satisfacer necesidades distintas, y la pantalla es un claro ejemplo. Mientras que un Ultrabook tiene una pantalla muy similar a la de cualquier portátil, con una resolución típica de 1.366 x 768 y tamaños que van de las 11 a las 15”, en los tablets la cosa cambia radicalmente.

En efecto, los reyes de la movilidad cuentan con pantallas multitáctiles (capacitivas), generalmente recubiertas de algún tratamiento específico para evitar suciedad y mejorar su resistencia, y tamaños que oscilan entre las 7 y las 10 pulgadas. En cuanto a la resolución, es muy normal encontrar 1.024 x 600 puntos, a excepción del iPad con pantalla Retina (2.048 x 1.536).

Respecto a calidad, es muy probable que contenidos como una película en HD la podamos visualizar incluso mejor en un tablet dotado de una buena pantalla que en un Ultrabook, aunque para realizar esta afirmación habría que valorar otros factores como el rendimiento, el sonido o la ergonomía.

Como apuntábamos, los portátiles son, en este punto, muy parecidos a los Ultrabooks, pese que podamos encontrae modelos de hasta 17″ (cada vez menos).

Sin embargo, tanto por resolución de pantalla, como por calidad o tecnología, las diferencias son mínimas con un Ultrabook de los que hemos estado viendo hasta ahora.

Diferencia 5. Conectividad

En lo que se refiere a conectividad inalámbrica, los tablets son en ocasiones muy superiores a cualquier Ultrabook o portátil. Así, además del imprescindible WiFi y Bluetooth, muchos de ellos cuentan con conexión 3G para acceder a Internet a través del operador móvil.

Los Ultrabooks, en cambio, son mucho mejores en lo que se refiere a conexiones cableadas e interfaces disponibles: exhiben varios USB (muchos ya 3.0), alguna salida de vídeo adicional al HDMI, e incluso Thunderbolt.

Es decir, a un Ultrabook podremos conectar prácticamente lo mismo que a un PC convencional. Sin embargo, en un tablet no siempre será posible conectar algo tan común como una memoria USB.

Fijándonos en un portátil, encontramos algunas posibilidades más. De entrada, es normal que cuenten con un conector Ethernet (algo que no siempre vemos en un Ultrabook), más puertos USB (tienen más espacio), conexiones de vídeo específicas como DVI o DisplayPort, y en no pocos casos incluso contamos con bahías ExpressCard para insertar tarjetas de ampliación.

Diferencia 6. Sensores

Entendemos por sensores aquellos que permiten al aparato interactuar con su entorno y posicionarse en el espacio.

En este punto, las tabletas se llevan la palma, pues desde los modelos de gama media ya encontramos receptores A-GPS integrados, y en prácticamente todas las propuestas tenemos giróscopos para determinar su posición respecto a los ejes X e Y, así como acelerómetros para detectar la inclinación y velocidad de movimiento.

Los más elaborados disponen también de sensores de luz ambiente para regular la retroiluminación de la pantalla y ahorrar energía.

En el lado de los Ultrabooks y portátiles, en algunas configuraciones encontramos el sensor de luz ambiente en la pantalla para regular la intensidad de la retroiluminación. Y en los modelos con unidad mecánica, es habitual contar con acelerómetros que detecten una caída inminente y detengan el disco duro para evitar daños.

Eso sí, nada de posicionamiento GPS u otras posibilidades que, sin embargo, tarde o temprano tendrán que llegar a estos segmentos.

Diferencia 7. Autonomía

La duración de la batería de un Ultrabook bien optimizado es realmente sorprendente (hay modelos que anuncian hasta 9 horas), sobre todo si lo comparamos con un portátil convencional. Las tabletas pueden superar esa cifra si se usan de manera responsable. Es decir, sin la retroiluminación de la pantalla al máximo, sin recurrir intensivamente a elementos como el A-GPS o el módulo 3G, o sin exprimir el motor gráfico/CPU ejecutando tareas muy exigentes.

En cambio, con una retroiluminación baja y usando el tablet para navegar por Internet o consultar correo electrónico la duración en uso continuo puede alargarse hasta las 10-12 h de los mejores modelos. Si además tenemos en cuenta que el tablet es en muchos casos un dispositivo de uso impulsivo, es decir, se utiliza mucho pero durante cortos espacios de tiempo para consultas o entretenimiento, puede que tardemos días en tener que volver a cargar la batería.

Los portátiles tradicionales son, por lo general, los peores en este aspecto. Algunos modelos muy concretos pueden ofrecer cifra que ronda las 4 o 5 horas, aunque lo normal es moverse entre las 2 y 3 h reales de uso. Todo depende del tamaño de la pantalla y, sobre todo, de la configuración del equipo.

Procesadores de alta frecuencia, motores gráficos dedicados, discos mecánicos y unidades ópticas integradas tienen un consumo energético mayor que la batería ha de asumir.

Diferencia 8. Formato

Terminamos el apartado hardware con la diferencia más evidente de todas. Mientras que los Ultrabooks son una evolución de los portátiles convencionales, donde se ha aligerado el peso y grosor al límite, eliminando elementos como la unidad óptica, las tabletas constituyen un segmento totalmente nuevo que apenas tiene un par de años a sus espaldas. En este caso se trata de dispositivos fundamentalmente diseñados para consumir información desde cualquier parte, muy rápidamente y con una interfaz táctil que persigue ser lo más cómoda y sencilla posible.

Es por ello que no tenemos que pensar cuál nos gusta más. Es preciso pensar qué tipo de solución necesitamos: un Ultrabook que permita realizar las tareas clásicas de cualquier PC pero en un formato mucho más compacto y portátil, o un tablet con el que fundamentalmente queramos consumir información en momentos puntuales de la manera más cómoda posible y con un peso y tamaño aún menor.

Sobre los portátiles poco que añadir, salvo lo que es evidentemente. Su peso suele suele superar los 2 Kg en buena parte de los modelos a la venta, mientras que el grosor supera ampliamente los 20 mm que, como máximo, tiene estipulado el concepto Ultrabook.

El culpable de esto es la unidad óptica, pero también una menor minituarización de la electrónica, mayor espacio para bancos de memoria que permitan ampliaciones, o sistemas de refrigeración de mayor tamaño para disipar el calor que generan las CPUs y los motores gráficos dedicados que montan esta clase de equipos.

Diferencia 1. Sistema operativo

El sistema operativo natural de los Ultrabooks y los portátiles es Windows, pues los primeros están especialmente optimizados para el encendido instantáneo de este sistema. Igualmente, en estos equipos podemos instalar Linux o cualquier otro sistema operativo compatible x86 (a excepción de Mac OS X, que solo es apto para equipos de Apple).

En lo relativo a las tabletas existen dos grandes alternativas: iOS, el sistema operativo móvil de Apple que además del iPad también emplea el iPhone e iPod Touch, y Android, el sistema operativo de código abierto impulsado por Google y basado en Linux, que ya montan millones de móviles y tabletas en todo el mundo.

De hecho esta apertura es la que permite que cualquier fabricante lo utilice para sus dispositivos, con lo que la cuota de mercado y modelos disponibles está creciendo a pasos agigantados. También tenemos el desarrollo de RIM: BlackBerry OS, aunque es minoritario.

Diferencia 2. Aplicaciones

Las aplicaciones que podemos instalar en un Ultrabook o un portátil son las mismas que podría ejecutar cualquier PC de sobremesa, aunque la diferencia puede encontrarse en los requerimientos técnicos. Así, los Ultrabooks por lo general no ejecutarán una misma aplicación con la misma soltura que un portátil dotado de una configuración superior. Además, estos últimos son capaces incluso de ejecutar juegos con una elevada exigencia gráfica si cuentan con una GPU dedicada.

Mientras tanto, las apps de los tablets suponen un concepto diferente. Da igual si se trata de una app para iOS o para Android, las aplicaciones creadas para las tabletas suelen contar con interfaces sencillas y atractivas para el usuario, pues están hechas para ser «tocadas», y además suelen centrarse en tareas muy específicas que van a ofrecer lo fundamental.

No esperemos, por ejemplo, un editor de texto con miles de opciones. Proporcionará las imprescindibles en pro de resultar ligero de ejecutar, fácil de manejar con los dedos y lo más funcional posible para que su utilización no requiera leer manuales o aprender nada especial.

Respecto a la instalación, las apps de Android e iOS (incluso las gratuitas) se descargan e instalan desde las tiendas de aplicaciones de Google (Google Play) y Apple (App Store).

Diferencia 3. Personalización

En un Ultrabook o un portátil a nivel software podemos llegar tan lejos como queramos en la personalización del sistema. Para Windows existen infinidad de trucos y aplicaciones para adaptar el entorno y el sistema a nuestros gustos personalizados. En el terreno de las tabletas las cosas son diferentes.

Así, con el iOS del iPad las posibilidades de personalización son bastante limitadas. Se trata de un sistema muy cerrado y controlado que busca, antes que grandes posibilidades de personalización, un entorno lo más fiable y seguro posible.

En Android, el escenario cambia. Si tenemos los conocimientos y tiempo necesarios, es posible ajustar casi todo.

Además, hay infinidad de utilidades para modificar, no solo la interfaz, sino configurar parámetros avanzados de toda clase o alterar el comportamiento del sistema.

Diferencia 4. Actualización

Poco que aportar respecto a las actualizaciones en los Ultrabooks y portátiles, pues, como en los PCs convencionales y siempre que integren un sistema operativo Windows, dependeremos de Microsoft y sus lanzamientos semanales. Eso sí, estas actualizaciones se instalarán de manera automática a menos que indiquemos lo contrario en la configuración de Windows.

En los tablets, la situación es ligeramente distinta. Apple, para iOS, cuenta con un calendario variable de grandes actualizaciones (generalmente separadas varios meses), que se actualizan de manera manual cuando nosotros lo decidamos.

En Android, al ser una plataforma tan abierta y fragmentada, dependeremos de las actualizaciones que presente el fabricante de nuestra tableta. Si proporciona un buen soporte, iremos recibiendo las novedades según su calendario.

Si se trata de una marca desconocida o con un mal soporte postventa, es posible que nunca volvamos a ver una actualización para el dispositivo.

Si quiero un ordenador, ¿por cuál me decido?

Probablemente muchos piensen en los Ultrabook como los portátiles de nueva generación que van a sustituir a los más tradicionales. Sin embargo, por ahora no será así. Los Ultrabooks que vemos en el segmento PC hoy por hoy son equipos donde, por definición, se ha hecho más énfasis en la movilidad y autonomía que en las prestaciones.

Esto supone que un Ultrabook no siempre nos servirá para realizar todas las tareas que pueda necesitar un usuario medio. Es cierto que son válidos para uso ofimático no demasiado exigente y tareas básicas, como navegar por Internet, correo electrónico, etc.

Sin embargo, si nos metemos en conversión de vídeo, tratamiento digital, etc. no son la mejor opción. Incluso por capacidad de almacenamiento o cantidad de RAM están muy lejos de que podamos pensar en ellos como nuestro único PC.

Por todo ello, vemos al Ultrabook como un complemento perfecto para todos aquellos que necesiten un equipo lo más ligero posible, pero con las posibilidades de un PC y que además tengan otro ordenador de sobremesa o portátil de ciertas prestaciones. Es decir, es un complemento perfecto para movilidad, aunque tendremos que ser un usuario con unas necesidades muy básicas como para contemplarlo como el único PC de nuestra vida.

Por ello, es importante tener presentes sus limitaciones y saber ubicar los Ultrabooks en el lugar correcto a la hora de definir nuestras prioridades de compra. Por ello, y al margen del nuevo (y caro) MacBook Pro Retina de Apple, por ahora, si necesitamos un buen nivel de rendimiento en movilidad no tendremos más remedio que buscar un portátil más tradicional.

Si no es el caso, y nuestras prioridades van más por la autonomía, mínimo grosor/peso y tenemos presupuesto, uno de los nuevos Ultrabooks será perfecto.

 ¿Ultrabook o tableta?

Si nos planteamos una pregunta como esta, quizá debamos empezar por pensar cuáles son nuestras necesidades reales.

Si necesitamos un dispositivo que llevar a todas partes para realizar tareas similares a las que desarrollaríamos con un PC convencional, los Ultrabooks son la solución. Tendremos las mismas aplicaciones, una potencia de proceso equivalente y unas posibilidades parecidas para trabajar con toda clase de archivos y contenidos.

En cambio, si nuestras necesidades en movilidad se limitan a navegar por Internet, manejar correo electrónico de manera intensiva o acceder a funciones que puedan ser resultas mediante las apps disponibles para la plataforma (lector de libros electrónicos, reproductor de música/vídeo, acceder a nuestras cuentas bancarias, etc.), los tablets son más compactos, económicos y portátiles.

Fortalezas y debilidades

A pesar de su ambición, los Ultrabooks no son perfectos. Si bien suponen un salto importante respecto a los portátiles clásicos, tienen aspectos negativos que hay que conocer. Además, los fabricantes aún deben pulir algunos apartados, que irán mejorando con el tiempo. En este artículo sopesamos sus virtudes y también sus principales flaquezas.

Lo mejor

Ventaja 1. El grosor y el peso

Una de las características más interesantes de los Ultrabooks es que han de respetar unas cifras máximas de grosor y peso, lo que nos garantiza equipos realmente portátiles. Por ello, comprar uno es una garantía de movilidad máxima, incluso en los modelos con pantallas más grandes.

Ventaja 2. Encendido instantáneo

Esta es una vieja demanda que en sistemas como Mac OS X o Linux hace tiempo que está bastante bien resuelta.

No así en Windows, donde los despertares tras una hibernación llevaban mucho tiempo, y las suspensiones muchas veces fallaban o se atascaban más de la cuenta.

Con los Ultrabooks el hardware ha de estar específicamente diseñado y preparado para que Windows 7 despierte y esté listo para funcionar en menos de 7 segundos, un gran avance para el mundo del portátil.

Ventaja 3. Autonomía

Por lo general, la autonomía de los Ultrabooks es realmente buena, incluso en los modelos con baterías de 4 celdas, en parte gracias a la utilización de procesadores de bajo voltaje y la optimización del hardware.

Así, lograr cifras de 4 o 5 horas de autonomía está al alcance de la mayoría de los modelos, mientras que los más avanzados pueden alcanzar las 7 e, incluso, 8 horas con baterías de 6 celdas que no penalizan el peso o las dimensiones.

Ventaja 4. Disco duro SSD

Aunque no todos los Ultrabooks actuales montan discos SSD, sí lo hacen a partir de la gama media y, de cara al futuro, probablemente sea el sistema de almacenamiento estándar para todos ellos. De hecho, ya empezamos a ver cómo incluso en la gama de entrada se instalan sistemas híbridos donde el SSD tiene un pequeño tamaño, pero almacena partes del sistema operativo para acelerar el arranque o el funcionamiento.

Gracias a esta clase de discos basados en memoria Flash, mejora notablemente el rendimiento y la fluidez de las aplicaciones, la fiabilidad de las máquinas y la seguridad de los datos. Esto último es importante, pues son inmunes a golpes y caídas accidentales, por lo que se eliminan los riesgos de los discos mecánicos tradicionales.

Ventaja 5. Calidad de construcción

Al menos por ahora, parece que los fabricantes han puesto interés en crear máquinas bien terminadas y dotadas de materiales atractivos.

Así, mientras que muchos portátiles tradicionales, y especialmente los modelos más económicos, tienen demasiado plástico, malos ajustes y peores materiales en chasis y carcasas, los Ultrabooks que hemos revisado hasta la fecha dan una clara vuelta a la tendencia.

El aluminio es el protagonista para muchas partes de los equipos, e, incluso, los plásticos ofrecen mejor tacto y calidad. Es cierto que incluso los de gama de entrada son más caros que los portátiles tradicionales de gama baja, pero, aun así, comparativamente hablando, el esfuerzo por parte de los fabricantes es muy apreciable. Y lo agradecemos.

Lo peor

Desventaja 1. Puertos e interfaces

Como tenerlo todo es imposible, los Ultrabooks han de prescindir de algunas cosas que para muchos serán importantes. Así, solemos encontrar menos USB que en portátiles tradiciones (2 o 3 en los mejores casos), no todos cuentan con puerto Ethernet (el conector es demasiado alto), y, por supuesto, habrá que olvidarse de conexiones VGA/DVI.

Aun así, si se saben aprovechar, ofrecen lo imprescindible: algún puerto USB 3.0 que podemos complementar con un concentrador externo, conectores DisplayPort o HDMI para la salida de pantalla, e, incluso, en algún caso, Thunderbolt, la nueva interfaz ultraveloz para discos duros y otros dispositivos que precisen el máximo ancho de banda.

Desventaja 2. Memoria máxima

Especialmente en el caso de la memoria RAM, los Ultrabooks vistos hasta la fecha tienen una asignatura pendiente.

En muchos casos la memoria va soldada directamente sobre la placa base, y en otros solo se ha integrado un banco de memoria. Sea como fuere, la realidad es que es demasiado habitual ver Ultrabooks con 4 Gbytes de RAM no ampliables.

Y, en todo caso, no hemos encontrado ninguno hasta la fecha que permita más de 8 Gbytes de RAM.

Desventaja 3. ¿Precios ajustados?

Una de las máximas que anunció Intel cuando presentó el concepto de los Ultrabooks es que se moverían en precios, en general, por debajo de los 800 euros para la mayoría de los modelos.

La realidad hoy en día es que los equipos en torno a los 799 euros o menos son casi anecdóticos. La mayoría de los Ultrabooks ronda los 1.000 euros, y muchos de los modelos que se han lanzado han llegado para atacar el mercado de gama más alta con cifras incluso superiores.

Con el tiempo probablemente bajen los precios, pero hoy por hoy no debemos esperar gangas.

Desventaja 4. Refrigeración y reparaciones

Lograr un grosor de menos de 2 cm tiene algunas pegas, como el hecho de que en el diseño interno del equipo no sobre ni un milímetro, y que muchos conceptos deban ser replanteados. Así, por ejemplo, el apartado de la refrigeración es un problema en muchos Ultrabooks.

Los últimos Ivy Bridge van realmente bien, pero si los sometemos a cargas elevadas de proceso, el calor se deja notar, y si el sistema de refrigeración no está realmente bien resuelto, puede ser un problema.
También nos podemos olvidar de cambiar la batería fácilmente cuando pierda autonomía, pues va integrada, así como de abrir el equipo para sustituir un componente interno, como, por ejemplo, el disco duro.

No es fácil abrir los Ultrabooks, y, en general, están pensados para que tengan que pasar por el servicio técnico sí o sí ante cosas que antes podía resolver uno mismo con unos mínimos conocimientos.

Desventaja 5. Sin unidad óptica

Es cierto que cada vez se utilizan menos los CDs y DVDs, pero, al final, de una forma o de otra suele ser necesario recurrir a ellos para instalar una aplicación, grabar unos datos rápidamente o consultar documentación de lo más variada.

Los Ultrabooks carecen de unidad óptica, y gracias a ello logran reducir su grosor hasta las cifras anunciadas. Sin embargo, no nos engañemos: es muy recomendable tener una unidad óptica externa relativamente cerca para conectarla por USB cuando sea necesario.

Tarde o temprano la necesitaremos.

Tabla de diferencias

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